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¡Mujeres y niñas primero!

Esta célebre frase nos recuerda las películas alusivas a catástrofes en donde la prioridad deben ser siempre las féminas y los infantes pues, de lo contrario, por su naturaleza "débil" no podrían defenderse de lo que les pudiera ocurrir.

Sí que es ambigua esta sociedad, escasamente puedo entenderla. Preceptos vienen y van, reglas, estatutos, moral, valores cualquier cantidad de productos sociales que pueda que nos sirvan para jugar a entendernos o simplemente no nos sirvan y ya.

Pero dejemos las inconformidades o desacuerdos sociales generales para otro día, mejor centrémonos en el objeto de estudio de este nuevo escrito, la mujer. Sí, en esa figura femenina tan controversial que ha generado años tras año, década tras década, siglo tras siglo, tanto de qué hablar. Y cómo no, si es quien hace que todo lo que está sobre esta tierra tenga sentido.

Enfoquémonos un poco más, tratemos de reflexionar por un instante sobre el papel de la mujer en nuestra sociedad o mucho mejor y más coherente para este blog, en el puesto que ocupa la feminidad dentro del mundo de la danza. ¿Complejo?; ¿simple? o ¿simplificado?, tal vez ni te habías detenido a pensar en ello. Para mí, un poco difícil no encarar a diario con esta reflexión que a veces provoca migraña y muchas otras, satisfacción.

La mujer, por muchos años ha pertenecido al grupo de seres vivos de segunda clase, según estudios sociológicos, por su íntima relación con la naturaleza, porque es considerada, por el hombre, como parte de ésta y que, debido a la percepción que el macho lleva en los genes de subyugar todo lo que le rodea que "no sea igual a él" puede que haya hecho de su desempeño un poco más difícil.

Esta percepción contradice el inicio de estos párrafos, pues de repente hay que protegerlas pero un segundo después hay que dominarlas. Existe el deber de resguardarnos paralelamente con el de controlar todo lo que hagamos, pues puede que haya el peligro de subir de categoría ¿quizás?

Más allá de esta perorata que podría parecer simple feminismo, el papel de las mujeres profesionales del mundo de la danza, no sólo en Venezuela, sino en el resto del planeta es innegable. Tanto así que, siglos atrás eran los hombres quienes representaban papeles de mujeres en obras teatrales borrando por completo del mundo artístico cualquier participación femenina; tal vez en busca de sentir de alguna u otra forma esa importancia que siempre ha tenido pues es quien da la vida; es decir, no sólo coloca el 50% del material genético sino que cuida al nuevo ser hasta que ve la luz, respira fuera de su vientre y, por lo menos, cumple los 18 años de edad.

Hoy día y no sólo en la danza, la mujer es capaz de ser madre y padre, ejecutiva, gerente, actriz o bailadora con todo el esfuerzo del mundo pero con todo la capacidad para asumirlo. Y es que no se trata de ocupar puestos, se trata de dar mérito a quien lo merece.

Por otra parte y como punto opuesto, es un hecho que el mundo de la danza es visto como un campo de mujeres y por el contrario de lo que pasaba en épocas anteriores, los hombres que lo integran no reciben el buen visto de esta cosa que llaman sociedad. A pesar de ello, existen bailadores que han asumido el reto de desarrollar su ser artístico y pertenecer a las filas de agrupaciones de danza. Mérito para ellos también, por lo menos en este párrafo del escrito.

En esta incansable lucha entre derechos, deberes, estatus quo y roles, el hombre y la mujer dejaron de ser pareja para convertirse en competencia. Se alejaron del ideal familiar para adentrarse en un combate cuerpo a cuerpo para demostrarle, a ciencia cierta, no sé a quién, que el más débil no siempre es el que suele aparentarlo.

En la danza puede que pase algo semejante, puede que el hombre a pesar de haber ganado, de nuevo, una participación activa en este arte, se sienta algo amenazado por la versatilidad biológica de la mujer. Versatilidad que de repente pudiese convertirse en atadura, en un candado que pueda cerrarle las puertas profesionalmente.

Y es que para nadie es un secreto que por más que la mujeres luchen, estudien, tengan capacidades casi genéticas de interpretar decenas de roles dentro de la sociedad, su decisión de ser madre puede ser el precio más alto que paguen a cambio de cualquiera que sea la actividad que realicen. Nunca olvidaré la cara de los Gerentes de Área de una de las empresas para las que trabajé, hace algunos años, cuando una de las coordinadoras dijo estar embarazada, pensé que después de tal noticia todos saltarían de alegría, pues si en el mundo se puede celebrar algo es la decisión de dar vida. Aparentemente, estaba viviendo en un mundo completamente distinto pues el silencio sepulcral no fue normal, las caras sólo decían: "al menos seis meses sin ella, no debimos escoger a una mujer para este cargo" Meses más tarde, en una entrevista de trabajo, la persona que me atendió, evidentemente muy entusiasmada con mi desempeño profesional, me preguntó si me iba a casar en un futuro cercano y al ser mi respuesta afirmativa su cara cambió inmediatamente y nunca más me llamaron.

Cuando hablamos entonces del papel de la mujer en el mundo de la danza, y bajo estos preceptos que injuntos o no, son una realidad; los directores no sólo deberían tomar en cuenta su diversidad corporal o cualquier otro aspecto que las convierta en aspirantes para una agrupación o montaje sino que, además deberán considerar si desea casarse o ser madre algún día, porque las bailadoras, bailaoras y bailarinas realizan un trabajo netamente físico en donde al 4º/5° mes de embarazo, aproximadamente, en teoría, ya no podrían realizar sus actividades regulares al 100%. ¿Injusto? puede que sí pero al final es parte del ying y el yang del que tanto hablan las sociedades asiáticas: todo lo malo tiene algo bueno y todo lo bueno tiene algo malo o por lo menos en la acción parece traerlo consigo.

En fin, dentro de todo este análisis socio-poético no hay más que el deseo de comenzar a pensar en nuestro papel como dedicadas trabajadoras del arte del movimiento corporal, porque sí, es un trabajo, que disfrutamos pero que sufrimos al mismo tiempo pues está lleno de altibajos, sacrificios y empleos ingratos en el que la seguridad social jugó piedra papel y tijera y adivinen qué sacó.

Es una reflexión interesante que todas las mujeres que representamos el gremio de profesionales de la danza debemos comenzar a hacernos, pues nos corresponde el deber de entregarnos a nuestro trabajo pero el derecho paralelo de seguir siendo mujeres, integrales capaces de interpretar una coreografía con un anillo de bodas en las manos o incluso con un bebé en los brazos.

Lo único que deseo para finalizar este escrito es saber qué piensa esa gran masa de chicas que hoy por hoy asumen la danza como su forma de vida, quisiera escucharlas.



Comentarios

Anónimo dijo…
Felicidades Rita por tu iniciativa, éxito en esta nueva etapa de tu rítmica vida.

Bravo Vasalla...

Nahití Ortega
Anónimo dijo…
Todas las reflexiones son importantes mas cuando nacen del mismo objeto-sujeto. En este caso una reflexión sobre la mujer y la danza hecha por una mujer y bailadora. Hay que ser director para pensar como director (este experiencia es la que te espera)hay que ser joven para pensar como joven, madre para pensar como madre. Lo importante que creo de todo esto es reconocer las diferencias dándole igualdad de
derechos.
Con el tiempo se ha construido una sociedad machista, y digo se ha construido porque antes existía una
sociedad basada en el matriarcado (todavía quedan restos)luego con el tiempo se fue transformando la
sociedad en base al comercio que hasta influenció la religión.Las religiones cuando la sociedades indígenas adoraban a la mujer (la pachamama)luego con el tiempo resumiendo aparecieron dioses hombres: Jesús, Mahoma, Ala, etc. Este es otro tema mas largo que hablamos otro día.
Total que en estos últimos tiempos la mujer en la danza a recobrado espacios (por lo menos en Venezuela
y en la danza tradicional) ya baila en algunas diabladas, batalla en Tamunangues, lleva el santo en los sangueos y poco a poco a ido mostrando igualdad de
condiciones y derechos en los bailes.
Otro aspecto interesante, es confundir ser caballero, galante y amable con una dama, creyendo que el hombre es superior. Hay mujeres que reclaman caballerosidad pero por otro lado reclaman igualdad, y esto me parece interesante discutirlo.
Por último ya es reconocido por todos la fortaleza de cada uno de los géneros y que esta debe estar
enmarcada dentro de una igualdad de derechos, pero en mi opinión, este derecho debe ser conquistado por la misma mujer y no esperar que el hombre o la sociedad machista la reconozca como una dádiva, sino que sea el producto de una lucha, social e ideológica.
Te felicito, me gusta como y lo que escribes.
Un beso te quiero mucho
Anónimo dijo…
Saludos, Rita:
Muy interesante tu blog. Gracias por brindar la oportunidad de observar, leer y opinar.
Comparto muchas de tus percepciones acerca del rol de las mujeres en la sociedad actual. El rol que nos hemos ganado a fuerza de talento, perseverancia y mucho, pero mucho sacrificio.
Intuitivamente, por el hecho de pertenecer al género que nos ocupa, entiendo de las luchas e incertidumbres con las que conviven aquellas que deciden usar la totalidad de su cuerpo como medio de interacción con los otros a la vez que forma de subsistencia (hablo no sólo de las bailadoras y bailarinas, sino actrices, deportitas, acróbatas y un largo etcétera). Digo intuitivamente, porque no soy profesional de esas áreas, pero soy mujer y conozco sobre nuestra biología.
El tiempo es implacable con el ser humano, en especial con nosotras, que nos vemos sometidas al dulce y exigente trance de la maternidad, con el gasto fisiológico, psicológico y cronológico que entraña. Algunas tienen más suerte que otras en lograr equilibrar los aspectos de su vida personal y profesional con la tarea de parir y educar a los hijos. El entorno influye, obviamente (parejas y parientes comprensivos, empleos poco exigentes o estilos de vida desahogados e idóneos para la dedicación exclusiva a los hijos y al marido).
En el caso de las bailadoras, mi percepción es que existen condiciones laborales desfavorables a la maternidad, precisamente en los años de mayor fertilidad de la mujer. No es que a las cantantes nos vaya excelente en ese sentido, pues igual nos debemos dar un tiempo de respiro después de dar a luz y requerimos de un reacondicionamiento corporal similar, aunque no tan intenso, al que ustedes deben someterse luego del alumbramiento. Está también el hecho de que a los hijos hay que atenderlos, hay que estar allí el mayor tiempo que se pueda y se espera que seamos las madres quienes asumamos en un alto porcentaje ese trabajo ¿dónde -en esa ecuación- quedamos aquellas de las que también se espera que respondan en sus trabajos con buena disposición mental y física? Difícil, difícil la cosa, en un medio donde no hallamos amparo, donde sólo podemos contar con la sensibilidad de nuestros jefes y compañeros de trabajo para aceptar nuestra ausencia temporal, siempre que rindamos lo suficiente y que garanticemos nuestra total recuperación en un tiempo "adecuado". Sabrás, la solidaridad tiene un precio...
Nos toca seguir como hasta ahora, sin esperar a que nos den, sino buscando y ganándonos el reconocimiento, el derecho a ser lo que somos, disfrutanto de la virtud y el misterio de la feminidad. No dejaron otras sus sueños estampados en la calle gratuitamente ¿no crees?

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